¿Cuál es nuestra esperanza?
"un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación" Efesios 4:4.
"el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, con el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas" Fil. 3:21.
"y ni sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?" Rom. 8:23-24.
Como personas salvas, tenemos la esperanza de que un día el Señor Jesús vendrá como nuestra esperanza de gloria y que por medio de Él, el cuerpo de la humillación nuestra será transfigurado (Fil. 3:21). Por un lado, valoramos mucho nuestro cuerpo, pues nos es útl y sin él no podríamos existir; pero por otro lado, nuestro cuerpo nos causa problemas porque a veces se debilita y es propenso a enfermarse. Por consiguiente, nosotros los creyentes tenemos la esperanza de que un día nuestro cuerpo problemático será metabólicamente transfigurado por Cristo y será un cuerpo glorificado.
Si le es difícil creer que nuestro cuerpo vil será transfigurado y llegará a ser glorificado, les pido que consideren el proceso por el cual una semilla de clavel produce una flor. La semilla no tiene ninguna belleza por sí misma, pero cuando se siembra y crece normalmente, se transfigura y llega a ser una planta que produce bellas flores. Pablo, al hablar de la transfiguración de nuestros cuerpos en 1 Corintios 15, los asemeja a semillas.
Según Romanos 8, nuestra esperanza también implica que seremos manifestados como hijos de Dios. Nosotros ya somos hijos de Dios, pero nuestra condición de hijos está escondida y es un tanto misteriosa. Por ello el mundo nos trata como personas comunes, y no ve que somos hijos de Dios. Pero el día llegará en que nuestra filiación se manifestará. Entonces ya no será necesario proclamar que somos cristianos, pues será evidente que somos hijos de Dios y que hemos entrado en Su gloria. La manifestación de los hijos de Dios será la glorificación de ellos. Esta es nuestra esperanza.
ptr. J. Batista
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