Juan cap. 18: v 1 al v 5
Cuando terminó estos discursos, Jesús pasó con sus discípulos al otro lado del estero del Cedrón. Ahí había un huerto donde entró con sus discípulos.
Pero también Judas, el que lo entregaba, conocía este lugar porque Jesús se había reunido muchas veces allí con sus discípulos. Llevó, pues, consigo soldados del batallón y policías mandados por los jefes de los sacerdotes y los fariseos y llegó ahí con linternas, antorchas y armas.
Jesús sabía lo que iba a pasar. Se adelantó y preguntó: ¿A quién buscan? Contestaron: A Jesús de Nazaret. Jesús dijo: Yo soy. (Judas, el traidor, estaba también en medio de ellos).
ENSAYO:
Debemos de trasladarnos constantemente al otro lado de nuestra condición material y tradicional, derribando todos y cada uno de los obstáculos que se encuentran a cada paso colocados por el Tentador para que no podamos encontrarnos con Jesús en el huerto en donde se producirá el Fruto del Espíritu, y para que siempre estemos junto a Jesús, debemos de guardar y enseñar a cumplir con fidelidad su enseñanza que es Palabra de Dios, para elevarnos al mundo espiritual al aceptar y recibir su voluntad aceptando la encomienda a la que Jesús nos envía en semejanza a su decisión de cumplir fielmente lo que el Padre le encomendó.
También tenemos que tener en cuenta, que siempre habrá un Judas que lo entregará en manos del hombre para hacer de su Nombre y su enseñanza lo que mejor les convenga para sus muy particulares intereses, ya que este Judas no ha querido salir de la oscuridad en que se encuentra, en la que se aprovecha la Palabra de Jesús como antorchas o linternas de las enseñanzas y mandatos de hombre para iluminar a otros, porque él y los demás, no han querido salir a la Luz de Jesús que los iluminaría intensamente por siempre, y no por breves momentos.
Todos los que hemos seguido inconscientemente a esos Judas, la mismísima Palabra nos preguntará: ¿ A quién buscan? Y si contestamos que a Jesús de Nazaret, ella dirá delante del Judas que está en medio de nosotros: Jesús se encuentra en quien guarda y enseña a cumplir con fidelidad su enseñanza como la voluntad de Dios.
Juan cap. 18: v 6 al v 14
Cuando Jesús dijo: Yo soy, retrocedieron y cayeron al suelo. Les preguntó de nuevo: ¿A quién buscan? Dijeron: A Jesús de Nazaret. Jesús les dijo: Ya les he dicho que soy yo. Si me buscan a mi, dejen irse a estos. Con lo que se cumplió la palabra que él había dicho: No he perdido a ninguno de los que tu me has dado.
Simón Pedro tenía una espada, la sacó e hirió a Malco, siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Jesús dijo a Pedro: Coloca tu espada en su lugar, ¿acaso no beberé la copa que mi Padre me da a beber?
Entonces la tropa, con su jefe y los policías enviados por los judíos, se apoderaron de Jesús, le amarraron las manos y lo llevaron primero donde Anás. Este Anás era suegro del sumo sacerdote Caifás; y Caifás era el que había dicho a los judíos: Es necesario que muera un hombre por el pueblo.
ENSAYO:
Cuando la Palabra escrita en el Nuevo Testamento vuelva a decir que aquel a quien buscamos se encuentra en ella, muchos retrocederán y caerán al suelo porque sentirán esa energía que sale de él a través de reflexionar y meditar en su Palabra, sin embargo, eso no los hará desistir de seguir obedeciendo normas y mandatos de hombre en las cosas de Dios, ignorando la voluntad de Dios porque han seguido prefiriendo ser enseñados de acuerdo a la voluntad humana y seguir estando en una posición cómoda para no cambiar su actual forma de vivir y seguir cosechando el fruto del mundo, resistiéndose para no adentrarse en la meditación de la Palabra de Jesús y recibir ese conocimiento en su esencia espiritual para guardarla y enseñarla a cumplir con fidelidad y en el orden establecido en el Nuevo Testamento, obedeciendo la voluntad de Dios para que su propósito en el hombre sea cumplido.
Todo el que decida obedecer la voluntad de Dios será guardado en el hueco de las manos de Jesús y saldrá de esas enseñanzas y mandatos de hombre en las cosas de Dios y no faltará quien quiera defender la Palabra dada a Jesús con la espada de la enseñanza de otros tiempos y con amenazas de castigo divino a quienes entregan la enseñanza de Jesús al libre albedrío del hombre.
Pero la Palabra dice que coloquemos esa espada en el lugar que le corresponde de acuerdo a su tiempo, pues, ¿acaso no beberemos de la misma copa que el Padre le dio a beber a Jesús para tener la valentía de colocar lo espiritual sobre lo material?
Con este sacrificio se consolidará la Alianza Nueva y Eterna que hace Dios con los hombres para que se establezca el tiempo nuevo en el que, en lugar de recibir castigo divino, se reciba, en todos los que en verdad se arrepientan de haber sucumbido a las tentaciones de este mundo, el perdón de Dios para alcanzar el su Reino en este mundo y la vida eterna en el mundo venidero al obedecer su mandato de creer en Jesús y guardar y enseñar a cumplir su Palabra como su indiscutible voluntad, siendo ésta la espada que nos hará resistir y repeler con amor y paciencia, y no con rencor y contienda, los ataques del Tentador en este mundo.
Los cumplidores de mandatos y enseñanzas de hombre, estarán siguiendo, por ignorancia o conveniencia, la orden de matar la esencia espiritual de la Palabra para que las personas acostumbradas a que se lucre con ellas no disminuya, porque si disminuye, se perderá el modo religioso para hacerse de riquezas materiales que nada tienen que ver con lo espiritual, pero sobre todo, el poder que han detentado por mucho tiempo para tener sometidas a esas personas a su autoridad, como si esa autoridad impuesta por el hombre fuera la voluntad de Dios.
Para reconocer la autoridad que viene de Dios, deberemos saber que es aquella que no se impone ni se pide, que no busca posiciones arriba de otros, que no busca servirse de los demás sino ser servidor de ellos, que no amenaza, que no castiga sino que perdona, que no condena sino que trata de salvar a quien quiere, que no persigue la desunión de la Iglesia de Jesucristo sino la integración total y completa de todos aquellos que quieran ser sus verdaderos discípulos para repartir el alimento de su Palabra sin adulterarla con lo material, o con enseñanzas de otros tiempos en que lo material ha prevalecido sobre lo espiritual.
Así, pues, la autoridad que Dios otorga al hombre, es para guardar y enseñar a cumplir la Palabra de Jesús con fidelidad, para que las cosas espirituales de Dios prevalezcan sobre las cosas materiales de hombre.
Juan cap. 18: v 15 al v 18
Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Como ese otro era conocido del sumo sacerdote, pudo entrar en el patio de la casa al mismo tiempo que Jesús. Pedro quedó afuera, junto a la puerta, hasta que el otro discípulo, conocido del sumo sacerdote, salió y habló con la portera, que lo dejó entrar.
La portera dijo a Pedro: A lo mejor tu también eres de los discípulos de ese hombre. A lo que Pedro respondió: No, no lo soy.
Hacía frío. Los sirvientes y los guardias tenían prendido un fuego con ascuas y se calentaban. Pedro estaba junto a ellos, calentándose también.
ENSAYO:
Cuando estemos a punto de culminar nuestra preparación espiritual y nos sea abierta la puerta que nos liberará de la condición material para transformarnos a la condición espiritual a la que Jesús regresaría, la portera de esa puerta nos preguntará capciosamente si somos discípulos de Jesús, y sentiremos miedo, y muchos lo negaremos por la forma adulterada de predicar su Palabra ya que todavía hay algo en nuestras mentes que no nos ha permitido entender el por qué debemos colocar las cosas materiales de este mundo como estrado de las cosas espirituales de Dios, y tememos, que el paso que estamos a punto de dar, no sea más que una ilusión pasajera que nos amenaza con quitarnos la forma de ver y vivir la vida como mejor nos parezca, y por momentos, preferimos calentar nuestra alma y mente con los sirvientes de los que predican la enseñanza de Jesús al calor de su libre albedrío para no recibir el fuego del Espíritu Santo al meditar profundamente la Palabra de Jesús para ir recibiendo su discernimiento en su esencia espiritual para obedecer su mandato de guardarla y enseñarla a cumplir con fidelidad como la voluntad de Dios.
Juan cap. 18: v 19 al v 24
El sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza. Jesús contestó: Yo he hablado abiertamente al mundo. He enseñado en la casa de oración y en el Templo, en los lugares donde se reúnen todos los judíos. No he hablado nada en secreto. ¿Por qué me preguntas a mi? Pregúntales a los que me han escuchado; ellos saben lo que yo he enseñado.
Al oír esto, uno de los policías que estaba allí dio a Jesús una bofetada en la cara, diciendo: ¿Es esa la manera de contestar al sumo sacerdote? Jesús contestó: Si he hablado mal, muéstrame en qué, pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?
Anás lo envió atado donde Caifás, el sumo sacerdote.
ENSAYO:
A todos aquellos que no niegan ser verdaderos discípulos de Jesús y lo demuestran guardando y enseñando a cumplir su Palabra con fidelidad como la voluntad de Dios, les será preguntado por quienes han querido interpretar la Palabra de Jesús sin separar lo material de lo espiritual, acerca de la enseñanza que predican, ya que no va de acuerdo a sus normas y estatutos, y el discípulo contestará, ¿por qué me preguntas a mi?, pregúntales a quienes están estudiando y meditando a profundidad la Palabra de Jesús y que por lo mismo han estado aprendiendo a separar lo material de lo espiritual, colocando las cosas de hombre en donde les corresponde con respecto a las cosas de Dios. Seguramente estos verdaderos discípulos de Jesús recibirán insultos y amenazas de muerte de los que guardan enseñanzas y mandatos de hombre, pretendiendo con esto seguir en la enseñanza adulterada de la Palabra de Jesús como si eso fuera la voluntad de Dios. Pero estos discípulos responderán: Si hemos enseñado mal muéstrennos en qué, pero si hemos enseñado de acuerdo a lo que el Espíritu de la Verdad nos ha mostrado en el discernimiento espiritual de la enseñanza de Jesús, ¿Por qué nos agreden?
Ellos no sabrán que responder porque se verían descubiertos en sus falsedades, por lo que el caso de los verdaderos discípulos de Jesús será disfrazado de cualquier manera para ser trasladados con quien tiene autoridad humana para enjuiciarlos y condenarlos.
Juan cap. 18: v 25 al v 27
Simón Pedro quedó calentándose en el patio. Le preguntaron: ¿No eres tu también uno de sus discípulos? El lo negó: No lo soy. Uno de los servidores del sumo sacerdote, pariente del hombre al que Pedro le había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi con él en el huerto? De nuevo Pedro negó y en seguida cantó el gallo.
ENSAYO:
Pero esos discípulos que aún no están completamente decididos a cambiar su condición material y tradicionalmente religiosa que todavía prevalece en sus vidas, para ser transformados a la condición espiritual que el guardar y enseñar a cumplir con fidelidad la Palabra de Jesús los conduciría, seguirán cobijándose con el calor del fuego que producen las tradiciones y el sometimiento del hombre por el hombre, sin querer recibir el calor vibrante del fuego del Espíritu Santo que les compartiría de la Sabiduría de Dios.
Pero llegará el momento en que muchos se darán cuenta, de que lo que lo que da el ser en cualquier cosa en este mundo, es el espíritu, que lo material cambia y se transforma constantemente, y que lo único que no cambia es Dios porque Dios es espíritu
y no materia, por eso, cuando nos decidamos a albergar en nuestras almas al Espíritu de Verdad, es porque verdaderamente nos hemos arrepentido de lo que hemos hecho o participado de la Palabra de Jesús según el libre albedrío del hombre y estemos verdaderamente dispuestos a colocar las cosas materiales del mundo que nos han cautivado muchísimo tiempo, como estrado de las cosas espirituales y sabiduría eterna de Dios y guardemos y enseñemos a cumplir con fidelidad la Palabra de Jesús como la indiscutible voluntad de Dios.
Juan cap. 18: v 28 al v 32
Amanecía. Llevaron a Jesús desde la casa de Caifás al tribunal del gobernador. Los judíos no entraron, porque, con solo estar en casa de paganos, se habrían hecho impuros y ya no habrían podido celebrar la Pascua. Pilatos, pues, salió a ellos y les preguntó: ¿De qué acusan a este hombre? Le contestaron: Si no fuera un malhechor, no lo habríamos traído ante tì. Pilatos les dijo: Llévenselo y júzguenlo según su ley. Los judíos contestaron: No tenemos autorización para aplicar la pena de muerte.
Con eso se iba a cumplir la palabra que dijo Jesús sobre la manera como iba a morir.
ENSAYO:
Entonces los dirigentes, líderes o autoridades de las tradiciones religiosas, nos acusarán ante los hombres de cosas que realmente no tienen importancia, pues de lo que nosotros seremos acusados no es para que nos lastimen o quiten la vida, pero como lo que nosotros predicamos en el Nombre de Jesús pone al descubierto, aunque esto sea negado, que el libre albedrío de toda esa gente religiosa, los ha hecho enseñar la Palabra de Jesús a su propia conveniencia para obtener cierto poder que les ha dado el control de su religión en todos aquellos que los siguen, y que a través de ello y para ellos, han producido frutos materiales, abundantes o escasos según la posición que ocupen dentro de esas congregaciones o asociaciones religiosas, que poco o nada tienen que ver con el orden y propósito de Dios ni con el fruto espiritual que produce el guardar y enseñar a cumplir la Palabra de Jesús.
Por eso quien se decida y permita que su condición material y tradicional sea sacrificada para elevarse a su condición espiritual, estará siendo testigo y participante directo del cumplimiento de lo que la Palabra nos enseña con respecto a dejar morir al hombre fuerte y viejo en nuestra vida para resucitar a la condición espiritual en la imagen y semejanza de Dios.
Juan cap. 18: v 33 al v 38
Pilatos volvió a entrar en el tribunal, llamó a Jesús y le preguntó: ¿Eres tu el rey de los judíos?
Jesús le contestó: ¿Viene de ti esta pregunta o repites lo que otros te han dicho de mi? Pilatos contestó: ¿soy judío yo? Tu pueblo y los jefes de los sacerdotes te han entregado a mi. ¿Que has hecho?
Jesús contestó: Mi realeza no procede de este mundo; si fuera rey como los de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reinado no es de acá.
Pilatos le preguntó: Entonces, ¿tu eres rey?
Jesús contestó: Tu lo has dicho: yo soy rey. Para esto nací, para esto vine al mundo, para ser testigo de la verdad. Todo hombre que está de parte de la verdad, escucha mi voz. Pilatos le dijo: ¿Que es la verdad?
ENSAYO:
Y cuando alguien nos pregunte: ¿Es Jesús el Señor y Salvador del pueblo cristiano de acuerdo a lo que tú predicas? Podemos contestar: ¿Esa pregunta viene de ti o repites lo que otros te han dicho de él? Porque si repites lo que otros te han enseñado de Jesús como han creído que está bien según su libre albedrío y te han convencido a seguir sus normas y métodos para entender la Palabra según sus tradiciones o conveniencias y has permitido que otros tomen el control de tu vida por comodidad o por falta de interés para meditar en ella ignorando la voluntad de Dios, pues su Palabra dice que la realeza de Jesús no procede de este mundo, por lo que todos aquellos que lo han aceptado como su Rey y como su único Señor y Salvador personal y suficiente, deben de dejar de obedecer enseñanzas y mandatos de hombre en las cosas de Dios, que más que los acerquen a su Reino e introducirse en él, los va desviando y alejando cada vez más de ello, con el peligro de que su puerta se cierre definitivamente y ya no se pueda entrar. Por lo que mejor esforcémonos y seamos valientes para obedecer la voluntad de Dios creyendo en Jesús y en su Palabra, porque ésta es Palabra de Dios, sin adulterarla con cosas de tiempos pasados o enseñanzas y mandatos de hombre, pues para esto vino al mundo, para dar su vida en rescate de muchos para que la verdad florezca en todo hombre que escuche su voz, porque su voz está de parte de la verdad, esa verdad que encontraremos solamente a través del estudio y meditación en su Palabra para entrar a su esencia espiritual.
Juan cap. 18: v 38 al v 40
Pilatos salió de nuevo donde estaban los judíos y les dijo: No encuentro ningún motivo para condenar a este hombre. Pues bien, es costumbre en la Pascua que yo les devuelva a un reo. ¿Quieren que deje en libertad al rey de los judíos? Los judíos empezaron a gritar: A ese no. Suelta mejor a Barrabás. Y Barrabás era un bandido.
ENSAYO:
Habrá autoridades humanas - guardando como siempre las distancias correspondientes con Jesús - que nos escuchen y digan que no encuentran ningún motivo para condenarnos, y si preguntaran a esos líderes y autoridades religiosas, ¿A quién quieren dejar en libertad para predicar la Palabra? ¿A los que meditan en ella para entrar en su esencia espiritual? O ¿a los que aplican su libre albedrío para que Jesús sea conocido de acuerdo a su conveniencia e intereses?
Por supuesto que los sirvientes de las tradiciones y formas religiosas adoptadas por sus Jefes y líderes empezarán a azuzar a sus seguidores y gritarán: ¡Queremos libertad a las formas y tradiciones humanas que se encargan de adaptar la Palabra de Jesús a los tiempos actuales para que sea acorde al avance que ha tenido la sabiduría humana en las cosas del mundo!