Parte 40
Después de conocer de lo anterior, y junto con mi hijo que me había acompañado a esa diligencia por aquello de no te entumas, regresamos a la casa para tranquilizar a mi chaparrita que se había quedado sumamente preocupada y angustiada a través de esos días de zozobra que vivimos esperando que de un momento a otro fueran las autoridades por mí para privarme de mi libertad.
Después da dar gracias a Dios como pudimos por darme el valor para enfrentar esas cosas con responsabilidad y con la frente en alto porque yo no era un defraudador, sino una víctima más de la situación tan tenebrosa por la que pasaba el país, en la que nos creímos todo lo que el presidente de México, Carlos Salinas de Gortari nos dijo a todos los mexicanos con respecto a que teníamos que aprovechar la riqueza que inexorablemente se nos vendría encima porque la situación económica del país era tan boyante que pronto nos incorporaríamos al selecto grupo de países desarrollados dejando atrás al México subdesarrollado en el cual habíamos vivido años atrás, y así fue, nada más al revés, ya que en lugar de aprender a administrar la supuesta riqueza, lo que tuvimos que hacer, fue a aprender a vivir con la pobreza encima de nosotros, y empezar a buscar nuevas formas para conciliar nuestros problemas con las personas, a las que sin querer, los afectamos en gran medida.
Por todo lo anterior, volví a sumergirme en las preocupaciones tradicionales para poder salir adelante con mi familia, sólo que ahora, empezaba a vislumbrarse un cambio en forma distinta a como había tratado siempre de resolver los múltiples problemas a los que mi falta de conocimiento de Dios me llevó, por lo qué, al darme cuenta de ello, he permitido ser llevado de Su Mano, para que todo lo que nos causó angustia y pesar a mi familia y a mí, sea cambiado por la verdadera paz y tranquilidad que todo ser humano desea, así que ahora les daré a conocer cómo se han ido resolviendo satisfactoriamente esos serios problemas en los que me inmiscuí, por medio de buscar el camino a la verdad, que nos lleva a la vida verdadera.
EN BUSCA DEL CAMINO.
Retomando todo lo anterior, recordemos que mi nombre es José Luis y estoy casado con una mujer maravillosa; Elia, y tengo la alegría inmensa que da el tener tres hijos, José Luis, Claudia Viridiana y María Belem, y todos en su conjunto, son el tesoro más preciado que Dios me ha confiado, así como para mis padres, yo formo parte de ese tesoro familiar que Dios les concedió.
Ahora les voy a contar ciertos sucesos espectaculares que han sucedido en mi vida, sucesos que dieron inicio en mi juventud y que después cesaron por un largo tiempo, pero hace como diez años aproximadamente empezaron a presentarse nuevamente y hasta la fecha.
Debo recordarles que soy un hombre como cualquier otro, con cierta preparación académica, (primaria, secundaria y dos años de estudio en dibujo y pintura artística). Mi vida a transcurrido en la misma forma en que la gran mayoría de los hombres ha podido sobrellevarla, es decir: cargando el peso de mis defectos y virtudes, de mis ambiciones y sueños realizados y por realizar, de mis éxitos y fracasos, de mis frustraciones, tristezas y alegrías, de los pleitos y abusos tanto a familiares como a las personas que se cruzaron en mi camino, y así mismo, de los que yo sufrí en manos de ellos, de mis mentiras, de los caminos recorridos que no me condujeron a ningún lado en especial, de volver a levantarme sólo para caer en los mismos errores, de cavar zanjas, las cuales tuve que rellenar cavando otras zanjas en una inútil e interminable labor para poder obtener siempre más de lo que realmente necesitaba, según, para vivir con mi familia sin preocupaciones ni angustias ni sobresaltos de ninguna especie, y que sin embargo, fue a lo que me condujo esa ambición material de tener más de lo que se tiene sin prevenir absolutamente nada de lo negativo que pudiera suceder.