Parte 52
Cuando fuimos recibidos por ella, creyó que lo que nos había llevado a consultarla era un caso de acromegalia, es decir, de un tumor en el cerebro localizado en la glándula hipófisis que causa deformaciones poco a poco en el organismo de quién lo padece, características que mi físico presentaba como manos grandes, nariz ancha y desarrollada más de lo normal, y la frente con ciertas deformaciones. Sin embargo, cuando se le informó de los síntomas que presentaba, dio el diagnóstico de que se trataba de un evento vascular cerebral conocido como trombosis cerebral ocasionado probablemente por la presencia de ese tumor en mi cerebro, y para mi asombro y el de la doctora, tomé la noticia con bastante tranquilidad pensando que todo eso pasaría más pronto de lo que cualquiera pudiera pensar si llevaba con regularidad el tratamiento indicado, el cual me regresaría a la normalidad porque había ya en mi mente, el confiar plenamente en el Señor.
Para cuando regresamos a nuestra casa, ya no podía ponerme en pie porque las fuerzas me habían abandonado por completo del lado derecho de mi cuerpo y me invadió una tristeza infinita que me hizo llorar desconsolado al sentirme el ser más desvalido del mundo porque ahora era un hecho de que yo ya no podría hacer nada a lo que estaba acostumbrado.
Mi esposa y mis hijos, y ahora mi yerno, lloraron conmigo tratando de darme ánimos para hacerme sentir que seguramente pronto pasaría ese trago tan amargo que yo estaba padeciendo y que sin desearlo, también estaba afectando terriblemente a mi familia, por lo que llorando angustiosamente le preguntaba al Señor: ¿Por qué yo, Señor, por qué yo? De repente, como si hubiera visto ese hermoso resplandor sobre mi cabeza, empecé a escuchar en mi mente esa dulce y armoniosa voz con una infinita ternura: ¡José Luis! escucha y atiende: Esto que te está sucediendo, es la consecuencia de tus excesos y ambiciones físicas y materiales que te empujaron poco a poco hasta alcanzar este punto tan doloroso en tu vida, aunque tal vez creas que tu forma de vida ha sido mucho más positiva que negativa, tanto como hijo, como hermano, como amigo, así como esposo y padre, y que nunca le has deseado mal a nadie y que tu único vicio ha sido el fumar aunque no con exceso; que siempre has sido lo más respetuoso y paciente posible con tu familia y con la familia de tu esposa, aunque algunas veces fuiste sacado de tus casillas; Que también has tratado con respeto y cordialidad a tus vecinos y conocidos quienes a través de los años te han correspondido de la misma manera. En fin, crees que no es justo lo que te está pasando en esos momentos, habiendo tanta gente con más y mayores defectos que los tuyos y que sin embargo gozan de cabal salud a pesar de fumar, comer y beber bebidas embriagantes con exceso, o aquellos que creen que lo negativo que les han dicho de los demás es verdad, y que les ha hecho muchas veces menospreciar y ofender a su familia y a quienes se atraviesan en su camino, o esos otros que abusan mucho de los demás para sus muy particulares intereses, o aquellos que abusan de los recursos naturales sin pensar en el daño que ocasionan a la humanidad, o peor aún, sujetos que consumen, producen o venden toda clase de drogas, y que no contentos con eso, han involucrado a miles o millones de niños en todo el mundo en aras de alcanzar objetivos y placeres físicos y materiales, y ahí están, creyendo muchos de ellos, que lo que te está pasando es el pago o castigo que estás recibiendo porque sin duda es lo que mereces, porque lo que los demás conocen de ti, no es nada comparado con lo que has escondido de tu verdadera personalidad como un gran hipócrita.
Debes de saber, José Luis, que no es así, ya que no puedes esconder delante de Dios tu verdadera personalidad, y aunque no eres el mejor de los hombres, tampoco eres de lo peor y sólo Dios y su Hijo Jesucristo tienen el poder para juzgar a los hombres en la obediencia a su voluntad de acuerdo a la fidelidad mostrada a su Palabra dada al Señor Jesús.