Parte 68
Pasado un año y medio más o menos de esa manifestación maravillosa del poder, el amor y la misericordia de Dios, como mi chaparrita venía padeciendo desde hacía unos meses atrás de ciertos dolores en su vientre, se vio en la necesidad de visitar a su médico familiar en el Seguro Social, quién la envió a la clínica de especialidades para que la atendiera un ginecólogo, éste, giró una orden para que se le practicaran a mi esposa una serie de estudios para valorarlos y emitir su diagnóstico. Cuando se llegó el tiempo en el que después de revisar esos estudios, el especialista le dijo a mi chaparrita que tenía cáncer en el endometrio, mismo que ya había contaminado la matriz y un ovario. Imagínense la terrible impresión que mi esposa se llevó al recibir tan tremenda noticia y que le hizo sentir que le faltaban las fuerzas, y una terrible angustia la invadió porque pensó en una posibilidad de muerte, que de llegar, me dejaría sin los cuidados que ella me procuraba para no sentir tan pesada la carga de mi discapacidad, y eso, eso era más importante que su propia vida.
El médico que le diagnosticó tan terrible enfermedad, le dijo que era urgente y necesario que fuera intervenida quirúrgicamente lo más pronto posible para serle extirpado lo que ya estaba contaminado por el cáncer, a lo que ella inmediatamente aceptó.
Cuando ella me enteró de lo anterior, también sentí una angustia de muerte y lloré junto con mi esposa amargamente porque no entendía cómo y por qué estaba sucediendo eso en mi amada chaparrita, y empezamos a orar al Padre en el Nombre de Jesús para que de alguna manera respondiera a nuestras preguntas para saber que esperar de esta nueva y espantosa situación.
Su respuesta no se hizo esperar y nos hizo saber en nuestra mente, que lo que había sucedido en mi persona y ahora lo que estaba sucediendo en la persona de mi esposa era para que se manifestara nuevamente el poder, el amor y la misericordia de Dios porque él no permitiría que sucedieran cosas que no pudiésemos soportar para no apartarnos de la fe de la cual estábamos siendo investidos.
A pesar de que no éramos capaces de no darle importancia a su ya declarada enfermedad, de alguna manera Jesús nos hacía sentir y saber que todo iba a salir bien porque eso es lo que le estábamos pidiendo al Padre en su Nombre y verdaderamente así creíamos que iba a suceder.
Al poco tiempo, y en compañía de nuestro hijo, ella se internó en el hospital para ser intervenida quirúrgicamente al otro día, y gracias a Dios todo salió bien después de más de tres horas de trabajo operatorio.
Después de estar internada en el hospital por dos días más y extrañando mi presencia, ya que por mi condición y otras cosas no la visité, el médico que la operó la dio de alta, ya que su recuperación se estaba dando mejor de lo que cualquiera pudiera esperar, por lo que podría continuar con ella en su propia casa siguiendo fielmente las indicaciones médicas, para que después de un tiempo, volviera a la clínica para hacerle nuevos estudios y desechar cualquier cosa que le hiciera tener que someterse a radioterapia.
Nosotros y nuestros hermanos en la fe, cuyo pastor era ya el hermano Santiago, orábamos insistentemente al Señor para que tomara el control total de la enfermedad a la que estuvo expuesta mi esposa y la librara de todo aquello que la pudiera hacer recaer, por lo que, cuando se llegó el tiempo para que le hicieran esos nuevos estudios, la confianza, la certeza y la convicción de que Nuestro Señor Jesucristo había tomado el control en mi chaparrita, se hicieron patentes al no encontrar, el médico, rastros de lo que había generado que fuera operada, lo que nos llenó de agradecimiento hacia el Señor, diciéndole que trataríamos en todo lo posible de llevar nuestra vida en el tiempo, en su orden y propósito para nuestras vidas de acuerdo a su esencia espiritual, misma que nos irá siendo otorgada a través del estudio, meditación y discernimiento de su Palabra contenida en el Nuevo Testamento.