Parte 53

Al hombre le ha sido dada la autoridad para juzgar al hombre en las cosas de hombre de acuerdo a sus leyes y sistemas humanos, con todos los aciertos y errores que lo han marcado en este mundo, pero juzgar que lo que le pasa a algunos hombres en todos los aspectos negativos en lo físico y material es el castigo que Dios otorga a unos cuantos, no están en lo correcto, ya que todos los seres humanos viven en este mundo en el polo negativo que Dios marcó con sus propias palabras al decirle al hombre: "Maldita sea la tierra por tu culpa" ya que desobedeció su mandato de no comer del fruto del árbol de la ciencia, del bien y del mal, desobediencia que lo llevó a cambiar su condición espiritual por su actual condición material en la que vive dominado por muchas tentaciones en las que ha caído, y que lo mantienen encadenado a las cosas de este mundo, en el que por lo mismo, ha recibido herencias de sus antepasados en lo físico, en lo material y en lo espiritual que lo han seguido manteniendo encadenado a las enfermedades, angustias y sobresaltos comunes en el hombre, ya que sigue viviendo descuidándose en su alimentación, en su condición física y mental y en su adecuado descanso en su condición humana, situaciones a las que lo han conducido a los excesos en los placeres mundanos, en su trabajo, en sus relaciones con los demás, etc., que lo han llevado de la mano en la consecución de sus metas para alcanzar sus ambiciones materiales o de identidad, o peor aún, de cualquier clase de poder sobre los demás que lo colocara por encima de la gran mayoría para su propio provecho, que, alcanzados o no, forman parte integral de la condición materialista del hombre. Así, qué, José Luis, da gracias a Dios, de que lo que te está pasando en estos momentos, y que tarde o temprano lo tenías que padecer, está sucediendo en un momento maravilloso de tu vida en el que estás siendo fortalecido para soportar y deshacer en el Nombre de Jesús, toda la carga que se ha acumulado en tu ser a través de las herencias de tus antepasados y de tu actual forma de vivir, para que estas herencias no sigan adelante en tus hijos y en los hijos de tus hijos, y en los hijos de los hijos de tus hijos, porque en ti, y a través de la oración en el Nombre de Jesús, serán cortadas de raíz todas esas herencias negativas físicas y espirituales y serán puestas a sus pies para que ya no vuelvan a causar ningún daño.

Estos pensamientos que llegaron a mi mente, empezaron a tranquilizarme porque me daban un conocimiento del que yo carecía, por lo que, al otro día de lo sucedido en mi cuerpo y al recibir varias visitas de mis familiares más cercanos, que, como normalmente se dice, vinieron a ponerse a mis órdenes para lo que se ofreciera.

Agradecí ese hermoso gesto humanitario y lo acepté con gusto porque ahora reafirmaba que el Señor, a través de todos ellos, me estaba volviendo a decir que mi familia y yo no estábamos de ninguna manera solos en este doloroso trance.

Recibí a estos familiares con una sonrisa y con palabras que reflejaban la confianza que ahora tenía en el Señor, en las que les comunicaba que él me sacaría de ese estado en el que me encontraba posiblemente en tres meses más. Igualmente recibí al hermano Santiago y a su esposa quienes apenados por lo sucedido oraron al Señor por mi y por mi familia para que nos fortaleciera y no fuéramos desviados del camino que teníamos que recorrer sin apartarnos de la fe en el Señor, para que por medio y a través de su poder y misericordia, superar esta terrible prueba a la que estábamos siendo sometidos en nuestra condición humana en lo físico y material.

Por principio de cuentas tenía que hacérseme varios estudios con ciertos aparatos para ver el estado en que mi cerebro había quedado y conocer las posibilidades reales de recuperación, a lo que una sobrina mía llamada Araceli, se ofreció a conseguirme cierto descuento en el hospital en que trabajaba para que se me atendiera el tiempo necesario se me hiciera una tomografía de cráneo, la cual reveló la lesión causada en el cerebro y la existencia, tamaño y posición del tumor hipofisario, el cual, posiblemente, fuera la causa de todo lo que estaba pasando negativamente en mi maltrecho cuerpo.