Todo lo que somos y todo lo que necesitamos se encuentra “en Él”. En Él somos redimidos. En Él estamos completos. Nuestra sabiduría, fuerza, paz, y nuestra esperanza están en Él. ¡Nuestro todo está en Él!
Jesús se perfeccionó para nosotros. Nuestra aceptación delante de Dios no está basada en nuestro desempeño, sino en nuestra fe y confianza en el desempeño de Jesús.