INTRODUCCIÓN
La experiencia personal que tiene el cristiano con Cristo Jesús, lo limpia completamente del pasado, de la vieja criatura. El que ha tenido un encuentro real y verdadero con Jesús debe reflejar a Cristo en todas las áreas de su vida. Cuando tienes una experiencia genuina con Jesús, no vuelves a ser el mismo, pues ya has muerto a la vieja criatura.
I. “De modo que si alguno está en Cristo...”
¿Qué es estar en Cristo? Estar en Cristo en vivir como él, imitarlo en todas las áreas. Es pensar como él, es hacer lo que él hacía. El que está en Cristo no teme al maligno ni teme al problema. El que está en Cristo soporta la prueba, vence la tentación y la rechaza. El que está en Cristo no da lugar al enemigo en su vida; no deja puertas abiertas.
La experiencia con Jesús nos transforma por completo. Hay hombres en la Biblia que fueron transformados al tener un encuentro con Jesús. Vemos por ejemplo, a Pedro, que luego de su conversión aún su sombra sanaba a los enfermos. Juan, se convirtió en el apóstol del amor. La mujer samaritana, se convirtió en testigo de la verdad luego del encuentro con Jesús en el pozo. Saulo, el cruel perseguidor de los cristianos, se convirtió en Pablo, uno de los misioneros que más aportó a la difusión del Evangelio de Jesucristo. Estos y otros más, no volvieron a ser los mismos luego de su encuentro con Jesús.
II. “...nueva criatura es...”
El que ha aceptado a Jesús como Salvador, ha comenzado una nueva vida. De la misma manera que una criatura se va formando en el vientre de una madre, así el creyente va creciendo y va experimentando un nuevo nacimiento. Es decir que, cuando llegas a Jesús y le recibes, comienza una nueva vida. Cabe señalar que ese crecimiento debe ser progresivo en el aspecto espiritual y emocional.
Dios nos hace hombres y mujeres nuevos. Dios le habló a su pueblo diciéndole: “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y le daré un corazón de carne...” (Ezequiel 11:19). El apóstol Pablo le escribe a los gálatas “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación” (Gálatas 6:15).
III. “...las cosas viejas pasaron...”
Cuando leo esta frase viene a mi memoria que muchas personas están recordando las cosas pasadas que ya Cristo borró en ellos. Más aun, las traen a la memoria y son atraídos por ellas para volverlas a hacer, o volver a la vieja criatura, si ya no pueden con los problemas. A muchos les dá con pensar que Cristo ya se olvidó de ellos. ¿Por qué traer a la memoria lo que Cristo ya limpió, borró y sacó de nosotros? Si recordamos lo pasado, que sea para glorificar a Dios por habernos rescatado, por habernos transformado; no, para volver atrás. “Mirar atrás, es volver al pecado”. La mujer de Lot, miró atrás, y se convirtió en una estatua de sal. Cuidémonos de no mirar atrás. Miremos hacia adelante, miremos a la cruz, donde está Jesús y habrá paz en nuestro corazón.
Tenemos que buscar ser renovados por el Espíritu Santo. Pablo, le decía a los romanos “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).
IV. “he aquí todas son hechas nuevas”.
Cuando algo es nuevo, nos dá eso que llamaríamos “fiebre”. El cristiano debe permanecer en esa fiebre espiritual. Si todo es nuevo, nuestra vida es nueva. Por lo tanto, vamos a llenar nuestra vida de cosas buenas, de buenas experiencias, de conocimiento de Dios, de pensamientos positivos, de fe, etc. Todo esto nos ayudará a ser los cristianos que Dios quiere que seamos.
CONCLUSIÓN
Servir a Cristo conlleva mucho sacrificio. Los problemas nos agobian, las pruebas que llegan nos detienen en el camino y a veces el enemigo nos recuerda el pasado para que volvamos atrás. Pero Cristo Jesús nos limpió de todo pecado, nos dió nueva vida y ahora somos nueva criatura. Recordemos, “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es”.
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