Sentimientos patrios o futboleros
José Salguero Duarte Escritor, pintor y poeta Lunes 5 julio 2010
Es claro y evidente que el balompié mueve masas, como está quedando más que demostrado en el mundial de futbol que se está celebrando en Sudáfrica. Pero si en muchos países participantes, se han desbordados los sentimientos hacia sus selecciones. En España mucho más, principalmente porque está configurada por una generación de jóvenes futbolistas ganadores, provenientes gran parte de ellos del fútbol base.
Uno de los clubes dignos a destacar en este aspecto, es el Fútbol Club Barcelona, porque ha aportado de su cantera la columna vertebral de esta selección. La que es un deleite verla disputar los partidos con ese espíritu de lucha y sacrifico, no dando un balón por perdido, realizando un futbol espectáculo impregnado de arte, conjunción, desmarque, genialidades y luz emergente hacia la perfección futbolística. Deslumbrado no sólo al mundo futbolero, sino también a los que miran de reojos al balompié, al considerarlo un deporte no culto, político y de engañabobos.
Estimados lectores, política es hoy casi todo y no quisiera remontarme a tristes conmemoraciones recientes pasadas, cuando los primeros de mayo en tiempos de la dictadura de Franco, desde el Santiago Bernabeu se retransmitía un partido del Real Madrid para distraer a las masas. Y ni tampoco cuando en el mundial de Argentina, los genocidas generales de su gobierno dictatorial, aprovecharon la coyuntura para hacer desaparecer a miles de inocentes contrarios a sus dictados políticos.
Por lo tanto, al actual Gobierno español del socialista Rodríguez Zapatero, le ha venido “como anillo al dedo” el bálsamo que está suponiendo, que la selección española de futbol, dispute el próximo miércoles 7 de julio, una de las semifinales a Alemania, pero sobre todo que llegue a la final y la gane.
Porque, desde que comenzara el mundial la crisis económica con alrededor de cinco millones de desempleados existentes en España, a gran parte de la población española casi les resbala en estos días, al estar distraída si Fernando Torres está en baja forma o si tal arbitro fue un mamón.
Quiero aclarar, que si tengo otra opción no me siento delante de un televisor a contemplar un partido de fútbol. Pero en estos días le he prestado algo de atención a la selección española, aunque procuro dejar la televisión sin sonido, porque ciertos comentaristas me ponen de los nervios. Y no estoy por la labor de sufrir ni mínimamente, porque aunque la selección española le esté dando muchas alegrías al pueblo. Me hace recapacitar profundamente el brotar de tantas banderas españolas colgadas en balcones y en puntos estratégicos de las ciudades y pueblos, como muestra de apoyo a esta selección de futbolistas españoles.
Esa expresión voluntaria popular jamás la contemplé en otro evento deportivo en todo este periodo democrático, pero mucho menos en tiempos de Franco. Aunque si recuerdo las olimpiadas de Barcelona o cuando el dictador Franco cerró la verja de Gibraltar, e hizo venir a La Línea de la Concepción a la selección, utilizándola políticamente enarbolándose por entonces banderas españolas del aguilucho, las flechas y el yugo.
A raíz de este fenómeno surgido en torno a la selección española, compuesta por chavales que exteriorizan no solo calidad futbolística sino humildad y sencillez en un mundial, en el que han pasados inadvertidos crack como son el caso del portugués Cristiano Ronaldo. En muchas tertulias políticas, se está debatiendo si lo que existe actualmente en España es un sentimiento patrio o futbolero.
Pienso que no se debe mezclar las churras con las merinas, pero si es cierto que la población se siente en estos días más española que nunca. Y si el pueblo es feliz así, bendita sea su felicidad, pero se debería comprometer de la misma forma y con tanta garra, cuando se atente contra las libertades y contra la dignidad humana.
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