Dicen que el enamoramiento es breve, como una gota de rocío que se evapora al amanecer; que llega el día en que en el estómago se dejan de sentir las mariposas, que se apaga el brillo en la mirada y se borran para siempre las sonrisas nerviosas.
Y si lo dicen es porque es verdad, como también es verdad que hay un amor que crece cada día, que existe el enamoramiento para toda la vida. Este amor in crescendo lo encuentra quien lo sabe buscar, quien descubre que el secreto del día a día nace del salirse del ombligo propio para dar al otro, al compañeroañero, lo que necesita. Y nuestras necesidades son muy variadas: necesitamos que nos quieran, que nos abracen, que nos escuchen y nos comprendan, que nos mimen, que nos consientan, que nos roneen, que nos seduzcan; necesitamos salir, tener amigos, reír y llorar, dormir, bailar, nadar, correr, viajar...; necesitamos tener complicidad, confianza, comprensión, tolerancia, perdón, apoyo... y un largo etcétera.
Y estas necesidades, que tenemos tan claras cuando no son atendidas, las pedimos y si el egoísmo se apodera de nosotros, entonces las exigimos y comenzamos a hacer cuentas: “Te he dado tanto y tu a mí solo cuanto ”. Ese es el momento en el que el AMOR se entristece, enferma, pierde vitalidad y puede que hasta se desvanezca.
El egoísmo se disfrazará de un YO mayúsculo; se camuflará de muchas formas, intentará cogernos las vueltas, hacerse nuestro amigo en los momentos altos y en los bajos, nos dará mil argumentos lógicos por los cuales llevamos razón, su frase favorita será: “Porque YO, porque YO, porque YO”…
Afortunadamente, para bien de todos, este veneno tiene su antídoto: La Generosidad. Sólo ella puede hacer crecer el Amor. Claro, que la Generosidad, necesita de la Confianza y la confianza de la Lealtad.
Pero como dice un amigo mío, si todos nos limitamos a pedir, nadie da y nadie recibe. Lo mejor es que todos nos dediquemos a dar y, entonces, sólo entonces, está asegurado el que recibamos todo lo que, de verdad, necesitamos.
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