A veces se me llenan las manos de poemas como si fueran pájaros cantándole a tu rostro, quemando como brasas, brillando como gemas y tu mirada es un altar donde me postro.
Se me llenan de versos que imitan tus colores, que recuerdan los labios que besé tantas veces y escucho conmovido sus gritos y estertores por alcanzar tu boca y convertirse en peces.
Se me inundan de lluvia, se me llenan de rimas, de frases doloridas que te acechan, calladas, husmean tus cavernas, se acercan a tus cimas, juegan con el silencio de tantas madrugadas.
A veces se me llenan las manos de tu ausencia y me da por contarlo, por ensuciar renglones y repito tu nombre, eco que me demencia, y me hielo en tus ojos, deslumbrantes crespones.
A veces, ay, a veces, con palabras te evoco, con sílabas te traigo, con sonidos te intento y lloro como un niño y río como un loco, mujer que cada noche te conviertes en viento.
Quijote
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