|
De: Margarita 2 (Mensaje original) |
Enviado: 22/08/2010 17:50 |
Quién es el listo-tonto o el tonto-listo?
Se cuenta que en una ciudad del interior, un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños recados y recibiendo limosnas.
Diariamente, algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 centavos y otra de menor tamaño, pero de 1 peso.
Él siempre tomaba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y éste le respondió:
— "Lo sé señor, no soy tan tonto..., vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el jueguito se acaba y no voy a ganar más mi moneda."
Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:
La primera: Quien parece tonto, no siempre lo es. La segunda: ¿Cuáles son los verdaderos tontos de la historia? La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos. La cuarta, y la conclusión más interesante: Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan los demás de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.
MORALEJA:
"El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente"...
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 2 de 2
Siguiente
Último
|
|
Interesante y sugerente tu cuento, Margarita, nos lleva a reflexionar sobre las situaciones que vivimos y sobre el concepto que tenemos de los demás. Yo creo que todos tenemos algo de esos dos arquetipos del cuento, el listo-tonto y el tonto-listo. A veces nos encontramos en situaciones o con personas y grupos de personas, en los que nos sentimos así como por encima, como si ya hubiéramos superado o vivido esas situaciones y problemas, como si las interrogantes o pautas que siguen esas personas hace tiempo que las dejamos atrás. Quizás entonces nos sintamos "listos" respecto a esas circunstancias y gente, pero caeremos en un error si los menospreciamos o nos burlamos como los listos-tontos del cuento, pues nosotros fuimos así antes o vivimos-sufrimos esas situaciones. Debemos comprender a los demás y desde nuestra posición ayudar a superar situaciones o conflictos, a descubrir otros horizontes personales, mezclarnos con la gente aunque se la considere atrasada, "tonta", pues el sentimiento de justicia nos obliga. ¿De qué sirve gozar de un mejor estado en formación, inteligencia, medios, etc., si hay gente que no puede gozar igualmente de ello? Debemos sentir la obligación de ayudar, de facilitar el desarrollo personal en todas las circunstancias, y luchar para que las circunstancias no embrutezcan al hombre, lo entontezca, lo condenen a una vida que sea una burla para todo el género humano.
Y todos tenemos algo de tontos, hasta el más reputado científico, cualquier premio nobel, puede encontrarse en una situación que no domine, realizando una actividad en la que resulte patoso, inexperto, ridículo. Porque no podemos dominar todas las facetas del conocimiento humano, ni las actividades, artes, juegos, etc. Podemos dominar situaciones que hemos vivido o estamos acostumbrados a ellas, en las que nuestras propias virtudes o facultades nos garantizan el éxito, el quedar bien, pero podemos encontrarnos en otras situaciones en las cuales nos encontremos sobrepasados, sin medios para tomar decisiones, sin capacidad siquiera para elegir entre las dos monedas, la chica o la grande. Y lo mismo podemos decir de nuestra visión de las personas, nos creemos que lo sabemos todo de la vida, que conocemos todo tipo de personas...hasta que encontramos a alguien enfrente que no sólo distingue entre las dos monedas, sino que conoce las de muchos países del mundo.
Y la inteligencia no es acumular conocimientos, existe una inteligencia natural, un sano juicio que hace deslumbrar a la persona que lo posee, ya sea un humilde campesino del altiplano, o un obrero de la gran ciudad.
Un cordial saludo de Benito. No pude registrarme en Gabito con el nick de Benito y elegí éste de Mansorruido.
|
|
|
|
|