Dime si no extrañas mis manos sobre tu piel.
Yo se que recuerdas aquel atardecer sobre las olas del mar.
Cuando anclados en nuestros deseos
juramos amarnos sobre el rumbo de nuestras pasiones.
Dime si tus pechos aún desean mis labios
hambrientos de caricias que te hacían
soñar en fantasías.
Eran tus manos maravillosas que me impulsaban
a un abismo inmenso de deseos.
No olvidarás esa noche. ¡No fue una noche cualquiera!
La luna llena encendía nuestras ansias.
Acariciabas con mis manos tu cintura
deslizándote por tus piernas.
¡Probando con tus labios la dulzura de mis mieles!
Nuestros cuerpos enlazados, fundidos en uno solo,
como un velero, penetre en tus mares,
susurrando mi nombre suavemente en mis oídos,
dejando huellas de mi aroma entre tus pechos.
Dime si no extrañas mis manos y mis besos
sobre tu piel.