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General: PADRE, PAPA, PAPI ... ¿Y LUEGO?
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Resposta  Missatge 1 de 1 del tema 
De: DeuMeu  (Missatge original) Enviat: 06/10/2010 08:04
 
El duro cambio de un término y un decir, en tres generaciones:
 

Daniel Samper Pizano es un abogado, periodista, cuentista, columnista y novelista colombiano, colaborador de varios medios escritos y televisivos. Hermano del ex presidente Ernesto Samper Pizano y miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, es columnista habitual del diario El Tiempo en la columna llamada "Cambalache", ha colaborado en publicaciones como El Malpensante, Semana y Gatopardo, sus escritos se caracterizan por tener un amplio y agradable sentido del humor y crítica social...Saludos Ani



 

PADRE, PAPÁ, PAPI... 
 Por Daniel Samper Pizano

Hasta hace cosa de un siglo, los hijos acataban el cuarto mandamiento como si no fuera dictamen de Dios sino reglamento de la Federación

de Fútbol. Imperaban normas estrictas de educación: nadie se sentaba a la mesa antes que el padre; nadie hablaba sin permiso del padre;

nadie se levantaba si el padre no se había levantado; nadie repetía almuerzo, porque el padre solía dar buena cuenta de las bandejas: por

algo era el padre...
 
La madre ha constituido siempre el eje sentimental de la casa, pero el padre era la autoridad suprema. Cuando el padre miraba fijamente a la
hija, esta abandonaba al novio, volvía a vestir falda larga y se metía de monja. A una orden suya, los hijos varones cortaban leña, alzaban
bultos o se hacían matar en la guerra.
 
- Padre: ¿quiere usted que cargue las piedras en el carro y le dé de beber al buey? ¡Qué verraquera era el padre!

Todo empezó a cambiar hace unas siete décadas, cuando el padre dejó de ser el padre y se convirtió en el papá. El mero sustantivo era una
derrota. Padre es palabra sólida, rocosa; papá es apelativo para oso de felpa o perro faldero. Demasiada confiancita. Además -segunda derrota-
"papá" es una invitación al infame tuteo. Con el uso de "papá" el hijo se sintió autorizado para protestar, cosa que nunca había ocurrido
cuando el padre era el padre:
- ¡Pero, papá, me parece el colmo que no me prestes el auto...!
 
A diferencia del padre, el papá era tolerante. Permitía al hijo que fumara en su presencia, en vez de arrancarle de una bofetada el
cigarrillo y media jeta, como hacía el padre en circunstancias parecidas. Los hijos empezaron a llevar amigos a casa y a organizar
bailoteos y bebetas, mientras papá y mamá se desvelaban y comentaban:
- Bueno, tranquiliza saber que están tomándose unos traguitos en casa y no en quién-sabe-dónde.

 

El papá marcó un acercamiento generacional muy importante,  algo que el padre desaconsejaba por completo.
Los hijos empezaron a comer en la  sala mirando el televisor,  mientras papá y mamá lo hacían solos en la  mesa. Y a usar el teléfono sin permiso,

y a sustraer billetes de la  cartera de papá, y a usar sus mejores camisas. La hija, a salir con  pretendientes sin chaperón y a exigirle al papá que

no hiciera mala  cara al insoportable novio y en vez de "señor González", como habría  hecho el padre, lo llamara "Tato"..


Papá seguía siendo la autoridad de la casa, pero bastante maltrecha.
Nada comparable a la figura de prócer del padre. Era, en fin, un tipo querido, de lavar y planchar, a quien acudir en busca de consejo o
plata prestada.
  
Y entonces vino papi.
Papi es invento reciente, de los últimos 20 o 30 años. Descendiente menguado y raquítico de padre y de papá, ya ni siquiera se le consulta
o se le solicita, sino que se le notifica.
- Papi, me llevo el auto, dame para la nafta...
 
A papi lo sacan de todo. Le ordenan que se vaya a cine con mami cuando  los niños tienen fiesta y que entren en silencio por la puerta de  atrás.

Tiene prohibido preguntar a la nena quién es ese tipo despeinado que desayuna descalzo y en calzoncillos en la cocina. 
   
A papi le quitan todo: la tarjeta de crédito, la ropa, el turno para ducharse, la  afeitadora  eléctrica, la computadora, las llaves...
Lo tutean, pero siempre en plan de regaño:
- Tú sí eres la embarrada, ¿no papi?
- ¡Papi, no me vuelvas a llamar "chiquita" delante de Juanca...
  
Aquel respeto que inspiraba padre, con papá se transformó en confiancita y se ha vuelto franco abuso con papi:
- Oye, papi, me estás acabando el whisky, marica...


No sé qué seguirá de papi hacia abajo. Supongo que la esclavitud o el destierro. Yo estoy aterrado porque, después de haber sido nieto de
padre, hijo de papá y papi de hijos, mis nietas han empezado a llamarme "bebé".

 
(Recibido en mi correo electrónico)


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