Ya no le quedan hojitas ni días al almanaque pegado en la heladera. Ya tiene al lado una nueva versión, posiblemente con los primeros rayones de cálculos, programas, descansos, trabajos, encuentros y de los otros. Momento de aflojar cordones de las zapatillas.
Hojas en blanco en la agenda, pero repletas de nuevas ganas de hacer andar la cabeza, el cuerpo, el corazón y el espíritu.
Un nuevo año en la cotidianeidad de los lazos, de las redes, de los tejes. Un nuevo año para ponerle cara a los nombres y cuerpos a las caras que ya tienen nombre. Y abrazarnos. Un año de volver a nombrar, de nombrarnos, de hacernos en nuestro día a día. Un nuevo año para tejernos, sin desdibujar ni destejer nuestro horizonte, el de ser cada vez mas libres.
FELIZ AÑO QUE VIENE LLEGANDO