ALMUÑECAR
Durante un anochecer en esta playa te amé tanto que una respiración para los dos bastaba. Suspendieron el mar, para mirarnos, su armonioso escalofrío, y su unánime vuelo de gaviotas. Se divertía el agua, sonrosada, como si fuera a amanecer, y se posó el silencio sobre el aire lo mismo que un jilguero en una rama. No existía para el amor futuro ni pretérito: todo era eterno instante.... Y de repente, sobre tus hombros observé, mientras te besaba, que nos veían ojos codiciosos. No supe si eran de los viejos fenicios o quizá de la noche... No tardó en quedar claro dónde va el ruiseñor cuando mayo termina. La muerte que los devoró a ellos, sigilosa nos acechaba. Nuestro amor, como el de ellos, fue vencido. Pero yo te amo todavía. Antonio Galas
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