Amor mío,
quédate a mi lado
susurrándome al oído.
No te alejes de mis sueños.
Cada día y cada noche
sé mi dueño.
Abrázame muy fuerte,
fundamos nuestros cuerpos
en ardiente hoguera.
Ansío ya tus labios
horadando mi piel
en cada milímetro.
Siénteme toda tuya
con ardoroso fuego
en éxtasis final,
amándonos sin frenos
libres y eternos,
fugitivos de la vida,
en un solo vaivén
del deseo.
Ya sabes que te quiero
y que por tu amor…
vivo y muero.
|