Desnúdame.
Sea un arrecife en océanos bríosos y abismes tu boca y tu lengua huracanando en mis pechos y mis caderas alzadas donde rompe el anhelo la virtud.
Tus manos batan el aire, silben en sobrevuelos mi desnudo pubis y tus yemas claven tu huella por una eternidad.
Bajaré tu cierre, cogeré tu palma y me conduzcas con mi pudor, te beso y te beso hasta el fin, al mar. Ábreme como una rosa presa hace siglos, no te niego ni las palabras soeces ni el resplandor divino.
Que tu mensaje vomite sobre mis labios entreabiertos una muerte dulce y quejumbrosa. La brasa inmóvil cerraré. Líbame el rocío, enrédame la humedad en mis piernas.
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