En una esquina
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En una esquina de mi pueblo
estabas tú, dulce niña,
con tu vestidito de percal,
limpio como las alas de un angel.
Tenías dos bellas trenzas,
doradas como los rayos del sol
a las diez de la mañana
y sonreías como pequeña diosa.
Mi corazón de niño empezó latir
cuando ví esos ojos color de mar
y con mirada limpia y pura...
Tengo tatuada en mi alma tu figura
de niña inocente y bella...¡Oh! niña
de ojos azules y piel de durazno.
Escrito por Gatonegro