Al oído
María, señora de mis pensamientos
Que añoras y sueñas en tierra lejana
En las tardes límpidas, tras de tu ventana,
Princesas tristes como las de los cuentos ...
Si ya no te acuerdas de que me quisiste,
Si por mí no rezan tus labios, María,
Ni se anubla en tu mirada triste llanto
Aterciopelada de melancolía,
acaso ingenuos estos versos - ¡quién sabe! --
Irán llorosos de buscarte un olvido
Como una tonada muy vieja y muy suave
Que ni recordamos dónde hemos oído;
Como esos perfumes volubles, ligeros,
Fragancias como esas ya casi extinguidas
Que entre las redomas de los esencieros
Evocan ternezas desaparecidas.
Gatonegro