La tan esperada noche de brujas por fin había llegado ,
los niños se disponían a salir por sus dulces para luego
reunirse a contar cuentos de terror.
Pero esta vez algo especial sucedería.
En lugar de reunirse en el lugar habitual lo harían en el cementerio
abandonado en las afueras del pueblo, todos estaban
nerviosos pero trataban de ocultar su temor.
En el lugar la calma era tan profunda que imponía silencio.
Los niños comenzaron a llegar y se sentaron formando una
ronda alrededor de una lámpara que alumbraba sólo sus caras.
El mayor de ellos comenzó a contar la leyenda del cementerio:
... Se dice que en este lugar fueron sepultadas tres hechiceras
y que a partir de ese momento todos los años en la noche de
brujas sus almas se elevan de las tumbas para atormentar
a aquellos que no creen en ellas...
¿Pero... quién está haciendo ruidos? ¿Hay alguien escondido?
Todos se inquietaron , tal vez alguno de los niños mayores se había ocultado
para atemorizarlos... Entonces se escucharon las doce campanadas
de la iglesia repicando a la distancia...
¡ Los niños se tomaron instintivamente de las manos !
¡ La linterna cayó al suelo apagándose y el viento comenzó
a soplar ! ¡ La luna se veía más grande y tenebrosa!
¡ Debemos regresar a nuestras casas esto ya ha dejado
de ser gracioso ! dijo uno de ellos, y seguidamente gritó...
Cielos ¿ Qué es eso?
De las tumbas parecían salir flotando extrañas y fantasmales figuras,
nunca habían visto nada semejante. Querían correr
pero sus piernas estaban endurecidas por el temor.
¡ Una risa estremecedora sacudió el cementerio ! ¡ Por fin los pequeños
lograron reaccionar y salieron corriendo de aquel
espantoso lugar ! Cuando estuvieron a salvo en sus hogares
prometieron no contar a nadie lo que habían visto, pero a partir
pero a partir de aquella noche jamás volvieron a burlarse
de los que contaban historias sobre el cementerio abandonado.
Versión libre Vicky Abro