DOCTOR DELIRIO: SANATORIO
-Oigo vocecillas en mi cabeza.
Él miró a los ojos al medico cuando lo dijo.
-Siga, por favor – dijo el medico, mientras apuntaba en su libreta - ¿Qué le dicen esas voces?
-A veces son como galimatías o como susurros apresados en la estática.
-Y dígame – el medico echó una ojeada a sus notas -... Maxwell, que le ha impulsado a venir a verme... Es decir, estos temas son difíciles de afrontar, que le ha motivado a afrontarlos.
-Tengo una amiga... Pero también quería curarme.
-Aja – el medico apuntó en la libreta mientras asentía -... ¿Es alguien querido?.
-Si.
-¿Alguien de la familia? O ¿Algo más sentimental?
Hubo unos segundos de silencio, después contesto.
-Si, alguien al que em une una relación sentimental.
-Aja.
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-¿Hola?
La voz del medico, y su semblante alarmado, le hicieron darse cuenta de que había tenido una ausencia momentánea.
-¿Qué ha ocurrido?
-Eso me gustaría saber a mí? – dijo el medico, mientras le observaba receloso - ¿Le ocurre mucho esto?
Él estuvo a punto de negarlo, pero, algo le hizo dudar.
-No lo se.
-¿Nunca le han referido sobre estas ausencias? ¿Un familiar? ¿Un amigo? ¿Un compañero? o, y dios no quiera que haya sido así, ¿Algún paciente?
Él negó con la cabeza. El medico asintió, y volvió ha anotar en su libreta.
-Aja.
-Doctor ¿Ha oído el rumor ese de que han descubierto una raza híbrida de Chiguagua y rata?
El medico se quedó con los ojos como platos, luego meneo la cabeza, y, volvió a apuntar.
-Aja.
-Debe ser horrible, imagínese que vayas y la confundas con un perro
-Aja.
El doctor seguía apuntando, mientras meneaba, disgustado, su cabeza.
-Veo que estas cosas le afectan, se ve que es usted un amante de los animales.
-Aja.
Nuevos meneos de cabeza, y nuevos apuntes en el cuaderno.
De pronto la puerta se abrió, y asomó un rostro familiar para el paciente.
-Hola, Doc – dijo dirigiéndose al paciente -... Por fin te encuentro.
-Bueno, andaba un poco liadillo.
Dijo el paciente.
-Yo también – dijo el recién llegado -, y luego llego a casa y estoy molido... y claro, tengo que estar con el busca y el movil encendidos incluso cuando consigo echar una cabezadita.
El doctor comenzó a bufar, molesto por la intromisión de su otro colega.
-¿¡Quería algo, Jiménez!?
Por fin estallo el medico.
-No – dijo asustado el recién llegado – So – Solo me pase por aquí porque me dijeron que él Doc estaba en su consulta.
-¡Exacto! – bramó el encolerizado medico - ¡Y es una consulta privada!
El Doctor Jiménez se disculpó y cerró la puerta, sofocado.
El encolerizado Doctor, se giró de nuevo hacía su paciente.
-Continuemos, pues.
En ese momento, la consulta se quedó a oscuras de repente.
-¿¡Y ahora qué!?
Grito el medico, saltando de su sillón.
Unos minutos de, incomodo, silencio después, una enfermera entró, anunciando que la instalación eléctrica se había quemado por completo.
-¡Maldición!
El Doctor pegó un puñetazo contra la mesa de su despacho, para más tarde emprenderla contra su sillón y sus papeles (incluyendo su amado cuadernito). Mientras su paciente asistía como espectador a la locura de su colega, y a como los enfermeros se lo llevaron, con una camisa de fuerza puesta, a un lugar donde pudiera tranquilizarse.
El paciente aguardó unos minutos en la soledad y la oscuridad, luego, se puso en pie y abandonó el despacho del psicólogo del Hospital donde trabajaba.