Lo mejor de este mundo es amar y ser amado,
y nunca debemos olvidar a esas personas que
nos aman incondicionalmente y nos entregan un
corazón sincero y maravilloso lleno de ternura y bondad,
sinceridad y respeto,
pero que muchas veces destrozamos
sin ningún tipo de consideración.
Aunque no nos demos cuenta,
cada sentimiento noble que
alguien nos entrega
es un pedacito de cielo que
Dios nos brinda para ser felices.
Al menos intentemos respetar
los sentimientos ajenos
y darles el valor moral
y humano que se merecen,
guardando siempre el secreto,
de un amor que nunca morirá,
en el alma de quien ama de verdad.