Et Si Tu N`existais Pas
Égloga
Rubio, fuerte, manso, triste sin melancolía como el mediodía, lento como la tierra, toscas las manos que parten el pan y abarcan el seno maternal de Ceres, Menalcas apacienta sus grandes vacas rojas frente al mar: estupor de luz en la inmensidad. ¡Oh mar, oh campo, oh bestias! ¡Oh siesta, pesadumbre del cuerpo poderoso que, ahora, inerte, se cubre como de una enfermedad de cantos monótonos y vagos, mientras la tierra sueña, muge lenta como una vaca triste que esperara la fecunda inquietud de las estrellas, la sagrada palpitación escondida, el amante nocturno que no dice su nombre!
Gabriel Celaya
29.01.10
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