En el caso chileno, los sismos son causados por el roce entre la Placa Oceánica de Nazca y la Placa Continental Sudamericana y entre la Placa Oceánica Antártica y la Placa Continental Sudamericana. Es decir, el Continente Sudamericano avanza hacia el oeste (hacia Isla de Pascua), en cambio el fondo del Océano Pacífico, incluida Isla de Pascua y otras islas, se mueve hacia el este (hacia el continente) por lo que se están empujando entre sí y se atascan. Cuando se rompe ese atascamiento se produce un sismo. La velocidad del movimiento de placas es del orden de 10 cms. por año entre la Placa de Nazca y la Sudamericana y de 1,5 cms. por año entre la Placa Antártica y la Sudamericana.
Si se analizan los sismos más grandes del planeta, que registraron grado nueve y que ocurrieron en los siglos XIX y XX, se comprueba la trillada frase “Chile, país de terremotos”. Hilando fino el desglose es el siguiente: en los años del 1800 se registraron en el mundo cuatro grandes, tres de ellos ocurrieron en territorio chileno (Valdivia en 1835 -que tuvo su inició en Concepción- y Arica en 1868 y 1877). Sin embargo, en el siglo pasado la secuencia se repitió en zonas similares, exceptuando la “laguna sísmica” entre Constitución y Concepción. Este término con el que se le define, esto da cuenta que vivimos en una zona donde históricamente han ocurrido grandes terremotos, los que se repiten con cierta regularidad.