Ella... reposaba desnuda. Le seducía la idea de sentir el roce de las sábanas acariciando su tersa piel, el contacto de la seda entre sus muslos, el aroma a lavanda envolviendo sus contornos curvos...
A su lado respiraba su amor, ese amor que la enloquecía con sus besos apasionados y con su ternura en cada frase pronunciada. Era su amor verdadero, tantas veces deseado y jamás imaginado en ese cuerpo, en ese aroma de macho que la transportaba a un mundo pleno de sensualidad.
Ella...prefería quedarse despierta observando ese rostro adorado que respiraba en paz antes de conciliar su propio sueño. Sentía una profunda dicha al saberse amada y correspondida en la misma medida, aunque hubiera tenido que pasar por momentos de grandes dudas e inseguridad. Su presente era muy distinto; su ayer, un recuerdo lejano.
Habían tenido que sortear grandes dificultades, especialmente esos prejuicios inútiles de la sociedad, pero hoy se amaban sin tapujos y sin miedos, sintiéndose totalmente libres.
El... giró su cabeza y abrió los ojos, despertando de pronto. Vio que era objeto de la mirada de su amada Ella... y le sonrió. Abrió su boca, incitándolo a recibir su beso de gratitud y a perderse en esos laberintos ocultos que sólo la pasión puede explicar...
Eran felices juntos, ¿qué más podrían pedirle a la vida?
Beso más beso, piel con piel, caricia tras caricia, sus cuerpos emanaban sensaciones prohibidas y deliciosas, largamente anheladas... Se amarían una vez más, quemándose y fusionándose en sus regiones más ocultas y entre caricias y besos infinitos, entre suspiros y orgasmos profundos.