Tu espalda húmeda mezcla tu sudor con el mío, mientras paseo mis labios por tu nuca erizada.
Siento como palpita tu corazón acelerando sus latidos a mi contacto. Mi cuerpo desnudo apoyado en el tuyo. Mis senos rozando tu alma, mientras buscas el tesoro de mi ser por debajo de mí ombligo.
Me arqueo entre tus manos al compás de mis caderas, escuchando cada jadeo que emanas al embestir contra mí con fuerza.
Me abrazas para que no se evapore ni un segundo ese momento, que nos une como el lacre, que sella el cierre de una epístola, encerrando dentro de ella la pasión desatada.
El vaho de nuestros cuerpos enturbian las ventanas tornando de blanco los cristales. Nada puede frenar el desasosiego que como caballos desbocados, galopando libremente por cualquier llanura siguen su destino, sin pensar en nada más que su instinto seguir .
Que locura de amor, mi vida, el compartir nuestros cuerpos fundiéndolos, y después, descansando el uno al lado del otro como si de un amor eterno se tratará, como si todo esto fuera una historia narrada en una bella noche, con bellas palabras.
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