Tu ausencia me rodea, me persigue en cada paso que doy, siempre encuentra un instante para aparecer y dejar una estela de recuerdos. ¡Qué desalmado! no le importa que solo este buscando refugio; tu ausencia es malvada, pues goza siguiéndome sin descanso; que cruel, cada vez que me enfrento al espejo, allí está, así como tu presencia sigue firme en el reflejo de quien solía ser.
Tu ausencia esta hoy en esa extraña imagen que devuelve el espejo, se parece a mí, pero no soy yo, pues mis ojos tenían brillo y mi sonrisa siempre fue más que una mueca.
He llegado a pensar que no soy yo sin ti, ya no puedo ni imaginarme soñar compartir mi ser con alguien más. Cada día que pasa, me es más difícil encontrar las respuestas, por qué tengo que soportar tu ausencia cuando sería tan feliz con tu presencia.
A veces tengo la impresión de que este dolor es pasajero, que una mañana voy a despertar riendo de aquel suplicio anecdótico, sonriendo, sin pensarte, simplemente ocupándome de disfrutar mi día, hasta tal vez porque no, con un nuevo compañero de vida.
Otras veces tan solo despierto sin levantarme de la cama, esperando que llames a mi puerta, que traigas luz a mi vida otra vez, preguntándome por qué si me amas tanto me dejaste en penumbras, con el alma llena de oscuridad, ¿cuándo entendiste que eras más feliz sin mi?, ¿cuándo decidiste que no valíamos la pena?, ¿donde estaba yo en ese momento?, ¿cómo no supe ver que de tu lado de la cama nuestra vida no se veía igual?, ¿cómo evitar irme a dormir con una sonrisa imaginando tu brazo sobre mi cuerpo, y tu aliento en mi mejilla?, ¿cómo no llorar cuando no estás?.
Cómo aceptar que una parte de mi, ya no estará, con qué he de llenar ese vacío que dejas, este agujero negro que tiene mi alma. Ya no encuentro esos lugares cálidos que solíamos compartir, ya tu calor no me protege, tristemente tu ausencia me hiela el cuerpo, y me endurece el alma.
Un día estaba en la más hermosa primavera, y al dejar pasar el tiempo me encontré en el más helado de los inviernos, descalza a la intemperie, sin encontrar reparo ni consuelo. No sé si llegará el día, en el que duerma sin soñarte, Y despierte sin pensarte; No sé si encontrare algo que cubra este vacío, Lo que sé es que en este momento ya ni llorar es un alivio.