No deseo ser hembra de sueños y espuma Ni fantasía de cómodas razones Ni proezas de instantes efímeros Ni leves huellas de pisadas en la arena.
Ni aire que aspira y arroja Ni sueño inconcluso en el que muere el coloso Ni paraje lejano que el aire visita Ni fuente de agua nocturna que toma y olvida.
Deseo ser paseo azul de fresca lluvia que sana Y mi nombre aire bendito en los labios. La profundidad húmeda que cobije su hombría En el sueño de la eterna sonrisa de la existencia.
Luciérnaga que alumbra sus lejanas noches Echándome las raíces del árbol sobre el vientre. Con la ternura infinita de un concierto de amor. Y las palabras claras lamiéndonos las orejas.
Ser la eterna mirada que danza el vivo cuerpo. La dorada melena del fiero león de los sueños Entregada a la bestia desnuda por completo Sobre la yerba verde de la alcoba.