Gracias por la amistad
Mi Señor:
Te doy gracias por la amistad, porque Tú me regalas tu presencia en ella, haciendo de mi vida un lugar habitable, un hogar de presencia…
Me has enseñado a confiar, me has mostrado mi verdad reflejada en los ojos acogedores de la persona amiga, que han aprendido de Ti a querer sin exigir. Me envías en su compañía a mis hermanos, como entrega y misión, como desgaste y tarea de Reino.
He descubierto que la amistad no borra de mi vida la soledad, pero enriquece mis momentos a solas y éstos enriquecen mi vida de amistad.
Mi Señor, gracias, mi corazón, mi vida, rebosa agradecimiento por el gran regalo de la amistad. Porque a través de ella Tú me muestras tu rostro, porque crezco en el diálogo y en el vivirme acogida tal como soy, querida más allá de tareas, cargos, responsabilidades… querida como Tú quieres, a tu estilo… en incondicionalidad y profundidad.
De esta amistad nace Vida, vida que es enviada a la misión entre mis hermanos. Señor, que nuestra vida sea pasión por tu Reino, sea entrega generosa y radical.
Señor, mi Señor, sé tú el abrazo que nos une, la libertad que nos hace libres, la brisa que refresca nuestra vida de servicio, sé tú quien nos enseñe a amar siempre, a discernir, a acoger.
Sé Tú la vida de nuestra vida, nuestro vínculo de unión, nuestro aliento en la entrega para no desfallecer. Tú me has hecho el regalo de la amistad para dar fruto en la misión… mi corazón, mi vida, hoy sólo puede darte gracias.