Porque sus almas han de amar sin cuerpo
envidia tiene el cielo de la tierra;
y sin miradas que su luz reflejen
sollozan en la noche las estrellas;
las lágrimas sin ojos de la lluvia
caen sin cesar, filtrándose en la arena,
global lamento que perciben todos,
y todos miran con indiferencia.
No me des un amor de ángel etéreo,
que mis sentidos a volar se niegan;
desciende sobre mí en peso y volumen,
y abraza, y acaricia, y muerde, y besa.
Deja a mis ojos reflejar los tuyos,
y absorberé la luz que en ellos tiembla,
vínculo de tu espíritu a tu cuerpo,
ligadura de nuestra convivencia.
Y si esa luz se amortiguara un día,
y sobre ellos flotara húmeda niebla,
revitalizaré tus energías
y me darás una sonrisa nueva.
Alvarez Hidalgo.