Eres Tu
Revelación
¡Cómo volaba el pensamiento mío!... Fue un dulce anochecer. Se adivinaba por su rumor, bajo la peña, el río, y la mano del viento preludiaba un aria triste en el pinar sombrío. Como una bruma de melancolía, no sé qué dulce calma bienhechora pasó rozando con el alma mía... Tú que en mí estás, mujer, a toda hora, ¡nunca has estado en mí como aquel día!...
Quise gritar mi pena. y ante la soledad de los caminos alfombrados de luna y la serena quietud de muerte de la noche, llena de olor de flores y rumor de pinos, «¡La quiero!...», dije con fervor sincero. «¡La quiero!...», repetí, y el aire blando, con un rodar de voces fue gritando desde la sierra hasta el pinar: «¡La quiero!
Callé y calló la noche. El alma mía volvió a encerrarse en la melancolía de este secreto amor hondo y austero, que nadie sabe y del que nada espero... ¡Sólo lo supo el agua que corría y una flor desvelada, que tenía una cita de amor con un lucero...!
José Maria Pemán
25.10.10
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