Algún vestigio de tu paso
La dulzura de recordar el sol en la espiral del sueño y el vano poder de haber ido tan lejos.
Es tan extraño perdurar, oír aún la grave letanía de los huesos y el hechizo del mundo.
Déjame ver, déjame ver: alguien me condujo hasta aquí y se oculta,
cubierto de grandes praderas, de climas, refugios baldíos, luces que brillan
en el faro donde la tierra termina. Salido de lugares inciertos, de trópicos y lluvias,
voraz como fuego, intruso, la huella de sus dientes y sus besos en la manzana.
¿De quién es ese rostro desconocido entrevisto donde se pierde? Es incierto y ansioso
extraviado en la fábula oscura de mi vida. Adiós, sombra mía.
Enrique Molina

30.10.10
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