Poema trece
Bien sé cómo es ella, secreta y perversa como un ángel del bosque, se hunde en mi sangre, canta en la noche como un río que corre debajo de las piedras. Pero lo que invoca, lo que rescata, está más allá de la piedad de sus besos, vasto como el sueño, tormentoso como su cuerpo lascivo. Lo que se alcanza de sus confesiones desnuda los deseos, súplicas, un vuelo hacia cuerpos solares en un cielo mortal. El viento es tibio en sus cabellos, en su garganta herida. Todo en ella es insomne como su latido desdeñoso, consagrado a las grandes singladuras de Ahab. Nunca llegará donde la esperas, en una quemadura, en un altar demente de memorias perdidas o aves migratorias. Nunca llegará. Cuando trae la bebida de los náufragos. Se escurre entre los grandes secretos de su sueño.
Enrique Molina
16.11.10
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