Yo nací en un país de soles quemados,
de gargantas sordas y bocas sedientas,
de órbitas hundidas y manos crispadas.
Allá, el látigo silba dentro del yerbal
su canción salada, sudorosa y triste;
Y el negro urutaú desgrana su lamento,
y el pájaro campana dobla por los muertos...

Yo nací en un país de troncos fecundos,
donde el pan duele de humillación
y la palabra cautiva se amodorra,
escondiendo en el hueco profundo de la idea
su mudo lenguaje de silencios callados;
Y el negro urutaú desgrana su lamento,
y el pájaro campana dobla por los muertos...

Yo nací en un país de tierras movedizas,
donde el trigo gime por sus guedejas
y el sauce llora su eterna pena.
Los hombres caminan arrastrando sombras,
deambulan, pobres pájaros sin nidos,
porque el otoño secó las hojas de sus casas,
el viento del este llevó la esperanza;
Y el negro urutaú desgrana su lamento,
y el pájaro campana dobla por los muertos..

Yo nací en un país donde el niño llora,
la madre empuja el arado y no come,
y el padre espera que la mandioca crezca.
Donde unos trabajan y los otros gastan,
el río desborda y los ricos cantan,
el calor derrite las ganas de seguir viviendo;
Y el negro urutaú desgrana su lamento
Y el pájaro campana dobla por los muertos...
 

 Ninfa Duarte