Losing My Religion
Hora morada
¿Qué azul me queda?
¿En qué oro y en qué rosa me detengo, qué dicha se hace miel entre mi boca o qué río me canta frente al pecho?
Es la hora de la hiel, la hora morada en que el pasado, como un fruto acedo, sólo me da su raso deslucido y una confusa sensación de miedo.
Se me acerca la tierra del descanso final, bajo los árboles erectos, los cipreses aquellos que he cantado y veo ahora en guardia de los muertos.
Amé, ay Dios, amé a hombres y bestias y sólo tengo la lealtad del perro que aún vigila a mi lado mis insomnios con sus ojos tan dulces y tan buenos.
Juana de Ibarbourou
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