Amada, Amante
El universo tiene ojos
Nos miran; nos ven, nos están viendo, nos miran múltiples ojos invisibles que conocemos de antiguo, desde todos los rincones del mundo. Los sentimos fijos, movedizos, esclavos y esclavizantes. Y, a veces, nos asfixian.
Querríamos gritar, gritamos cuando los clavos de las interminables vigías acosan y extenúan. Cumplen su misión de mirarnos y de vemos; pero quisiéramos meter los dedos entre sus párpados.
Para que vieran, para que viéramos frente a frente, pestañas contra pestañas, soslayando el aliento denso de inquietudes, de temores y de ansias, la absoluta visión que todos perseguimos.
¡Ah, si los sorprendiéramos, concretos, coincidiendo en la fluida superficie del espejo!
Nos mirarán eternamente, lo sabemos. Y andaremos reunidos, sin hallarnos como mortales en tomo a la misma criatura intacta que rechaza a los ojos que ha creado. ¿Para qué, si no vamos a verla, aunque nos ciegue, hizo aquellos y estos innumerables ojos?
Carmen Conde
14.02.11
|