Aún no conozco la gente en quien confío ni habré de conocerlos, me dicen por ahí, y miro aquella rosa sintiendo su rocío creyendo que como ella también yo así nací.
Ya no hay almas gemelas, me dicen los ancianos mirándome a los ojos, como enseñandome, yo los escucho y pienso, pues son como aquel piano, cuando al tocar sus teclas, la música oiré.
Hoy parto de un destino que viven esperanzas, de un tren sin pasajeros donde muy sola estoy, yo creo en ilusiones y alejo la ignorancia y tengo fe en los seres hacia los cuales voy.
Las teclas de ese piano tocaron melodías que me significaron que cerca estaba yo del fin de un viaje que fué una alegoría, Creer en lo que nadie nunca jamás creyó.