Sol Naciente
Amor
Cuando todo se aquieta en el silencio, vuelvo al borde de la cuna en que mi niño duerme con ojos tan cerrados que apenas si podría entrar hasta su sueño la moneda de un ángel.
Dejados al abrigo de su ternura asoman por la colcha en desorden, muy cerca de sus manos, los juguetes que tuvo junto a sí todo el día, ensayando un afecto al que ya soy extraña.
Quien a mí estuvo unido como carne en mi carne, un poco más se aparta cada instante que vive; pero esa es mi tristeza y mi alegría un tiempo, porque se cierra el círculo y él camina al amor.
Maria Victoria Atencia
29.08.11
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