No Sé Por Qué Te Quiero
El Conde D.
Cada noche te espero desde antes de acostarme, y cuando sobrevienes, agregada presencia a mi quehacer, pareja de topacios que rompe contra la piedra azul serena de los míos, dócilmente interrumpo mi sueño y, pues prefieres las sombras, me levanto y cierro las cortinas. Ya puedes reclinar tu cabeza en mi hombro y aposentar tus dientes con su sed en mi aorta, boá de Transilvania que me cercase el cuello. El mosto de la muerte con su empacho te alienta. Me voy quedando fría en tanto que amanece y sorbes acremente mi paz a borbotones.
Maria Victoria Atencia
30.08.11
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