EL CEREBRO Y LA FELICIDAD
Existen muchas limitaciones para medir la felicidad
Escrito por: JOSÉ SILIE RUIZ
Si tomamos literalmente este titular, el amable lector pensará que este médico neurólogo pueda tener la capacidad científica de valorar ésta. Sí, perecería una idea disparatada, pero es posible.
Sabemos que existen muchas limitaciones para medir la felicidad, que compete más al campo de la psicología, pues sabemos que la mayoría de los métodos usados para evaluar el bienestar son mediante preguntas de lo que se considera la felicidad. Es el método que unos llaman “correlacional”, que de manera lógica tendrá fallas, de cómo se elaboran las preguntas o de qué circunstancias imperen al instante del estudio.
Al perecer las personas que tienen la “predisposición” a ser felices lo hacen a lo largo de su vida. El caso de un estudio alemán, llevado a cabo durante 17 años, demostró que la mayoría de las personas propensas a ser felices comunican un nivel de felicidad prácticamente estable, y sólo el 24% de los participantes experimentó un cambio significativo en su felicidad del comienzo al final del estudio, y ésta sólo cambió notablemente en un 9% de los casos. La sensación de bienestar, de plenitud en realizaciones que bien se acercan a la felicidad, los griegos lo llamaron “eudaimonia”, que traduce algo así como bienestar y prosperidad. Las librerías están repletas de libros acerca de la felicidad y cómo lograrla, lo que confirma que no hay una fórmula mágica para alcanzarla, no es fácil.
Hay acontecimientos que tienen una influencia negativa sobre la felicidad de las personas, se incluyen entre otras: la muerte de un ser querido, el divorcio, la melancolía amorosa, enfermedades catastróficas y el desempleo. Científicamente, hemos podido determinar las neuronas que responden a las “recompensas” y qué áreas cerebrales se estimulan con el placer. Hay condiciones que se han asociado a la felicidad o más bien a una gratificación cerebral, desde la comida hasta el sexo, pasando por el dinero, o disfrutar la oportunidad de un momento placentero. Las neuronas gratamente estimuladas, “recompensadas”, liberan el neurotransmisor dopamina. Dichas neuronas están ubicadas principalmente en las áreas cerebrales del locus niger y la circunvolución central del cerebro medio, proyectando sus conexiones a otras áreas. Se ha determinando que esta sustancia, la dopamina, tiene que ver con la capacidad de aprender con el ensayo-error, es más bien la capacidad que tenemos de enmendar y rectificar cuando algo no anda bien en nuestras vidas, ¿Inteligencia Emocional?
Sustento personalmente, que el poder para alcanzar la felicidad está en nuestro interior, allí debemos buscarla, lograr un equilibrio sabio entre lo que se define como éxito, que las más de las veces escapa a nuestras capacidades individuales, influenciados por patrones divorciados de lo ético y lo moral, y la búsqueda de un placer material que confundimos con felicidad. Frecuentemente nos olvidamos que el humano es dualidad, materia y espíritu. Nos dejamos llevar por lo material y el hedonismo, al final, tristezas. Valore usted su “eudaimonia”, su propia felicidad – es muy individual-, no sólo es confort, dinero, vanidades y deshumanización. Regocíjese de estar vivo. Busque las superioridades espirituales en su paz interior, cultive el amor. Trascienda lo material, ame; luche denodadamente por lograr ese estado de conciencia que nos permite ser felices. Como diría Dale Carnegie: “El éxito es conseguir lo que quieres. La felicidad es querer lo que consigues”.
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