Aveces tengo la leve sensación de estar perdido, me levanto y siento que este día ya lo viví. Te nombro… Como el último instante que recuerdo antes de éste, como aquél día… no sé cuál, sólo recuerdo que nunca me habías mirado así. No respondes… Y agudizo mi oido esperando escuchar los pasos del aire dentro de tu cuerpo como el vuelo de un ave en lo alto, como el brote de una semilla bajo la tierra. Te hablo… Me quejo patéticamente de tu repentino cambio hacia mi, de tu mirada fría, de tu desinterés. Te veo… Tu a mi ni me determinas y eso me duele porque te amo, es la primera vez que me siento así de vacío, como si algo me faltara, como si lo que me faltara fueras tu. Lloro… Y tu sigues ahí, intocable, inquebrantable, pero llena de luz, como un faro que me guía y que en el momento justo de alcanzarlo se apaga y muere. Recuerdo… La palabra muerte me trae imagien tras imagen ese momento, tus ojos prufundos envueltos en un halo, tus manos temblorosas, mi miedo, tu adios… Sonrío… Ahora sé que nunca dejaste de amarme mi cielo, solo tu fuiste antes que yo, tengo fe que mañana al despertar vuelva a verte, como hoy.