No quiero morir
antes de mi tiempo.
Dejadme en mi lecho
sintiendo latir
este corazón
cansado y enfermo.
Aún tengo, en la mente,
vivos los recuerdos:
valiosos momentos,
amores, deleites
de tiempos gozados…,
aunque esté en silencio.
Percibo el cariño,
las suaves caricias
temerosas, tímidas,
como último rito.
Me alegran, me animan
a seguir viviendo
mis postreros días.
No siento el dolor
de mi cuerpo enfermo.
Con el alma rezo:
es la aceptación
que me da la fuerza
y me acerca al cielo.
No queráis quitarme
tan pronto de en medio.
Llegará el momento,
no importa que tarde,
a todos espera
el destino eterno.
Quiero disfrutar
las cosas queridas…
La fe reanima,
y a pesar del mal
que mi cuerpo aqueja,
vivo en armonía
Sé que la eutanasia
se dice que es digna,
que el sufrir alivia.
¡Triste coartada!
Para la dolencia
hay hoy medicinas…
Emma-Margarita R. A.-Valdés
|