Tu palabra es clara: Amar a Dios y al prójimo como a uno mismo.
Muchos miedos tendré que superar si quiero hacer vida en mí tu Palabra.
Señor, mis miedos son mis grandes obstáculos; miedo a tener que compartir cosas que deseo; miedo a tener que perdonar incluso a mi enemigo; miedo a cambiar esta vida tan cómoda por una más desinstalada en donde la confianza esté puesta solamente en ti.
¡Ven, Señor, Jesús! ábreme los ojos para ver lo que me pides; ábreme los oídos para que escuche tu Palabra;
¡Ven, Señor, Jesús! Para que nos consueles en nuestras tristezas.
¡Ven, Señor, Jesús! Para que nos confortes en nuestras debilidades.
¡Ven, Señor, Jesús! Para que nos alientes en nuestros desánimos.
¡Ven, Señor, Jesús! Para que nos ilumines en nuestras oscuridades.
¡Ven, Señor, Jesús! Para que nos enciendas en nuestras frialdades.
¡Ven, Señor, Jesús! Para que nos prepares a recibirte.
¡Ven, Señor, Jesús! ¡ven, Señor, Jesús a habitar en mi corazón para llenarme de tu amor! Amén.