que dan una aparente satisfacción.
En mi experiencia me he dado cuenta
que la verdad de la vida se halla en el corazón.
Vivimos distraídos en el orgullo, en la vanidad
que es tan propia de la naturaleza humana.
A veces somos egoístas sin darnos cuenta
y cuando me pregunto:
¿Qué es la vida realmente?, hay muchas cosas
que empiezan a perder importancia y las cosas
sencillas van adquiriendo mucho valor,
esas cosas sencillas que provienen del corazón.
Todos podemos dar tanto de nuestro interior,
¿Por qué no hacerlo? El tiempo no nos espera
y es ahora el momento para hacerlo.
Tal vez tanta amargura, decepción,
resentimiento, desconfianza, han hecho
desvanecer las buenas intenciones desprendidas
y lo comprendo muy bien porque yo también
sentí la oscuridad del lamento, no viendo razones
para ser buena con las personas que no lo son.
Pero pienso que es mejor soportar las cargas
de la vida con un corazón valiente que no
permita empañarse de amargura para conservarse
limpio, firme, sano y amado.
Si supiéramos que cada uno de nosotros tiene
algo tan valioso que es el tesoro que habita en nuestro corazón.