El año se me acaba tan deprisa
como fue tu partida inesperada;
la noche está, dentro de mí, callada,
y al exterior es danza, y humo, y risa.
Soy galeón de brújula indecisa,
inestable timón, vela rasgada,
con la estrella polar desconectada,
y ruta que en la bruma se improvisa.
Voy sin saber por dónde o cómo voy,
no hay para mí mañana, sólo estoy
en un punto difuso que no entiendo.
La multitud, la vida, se engalana;
va a golpear las doce la campana;
el año, como yo, se va muriendo.
FRANCISCO ALVAREZ IDALGO