Tal vez ayer fue el día más triste, intente deshacerme
de ella, tras haberme acompañado siempre, en
buenos y malos momentos…
Siendo a veces amarga y en otras ocasiones dulces
dejándome beber sus néctares deliciosos que me
rebosaban de alegría… La amé tanto, quizá más
de lo normal, siempre quería tenerla y ni por
un sólo instante paso por mi mente la lunática idea
de perderla… o en otro caso que me la arrebataran, hasta ayer.
Ya no la quería y siendo veraz ya no la quiero,
ahora la detesto, la odio, siento repudio al concebir
la idea de tener, de nuevo, que recorrer sus caminos
ásperos porque creo que no tiene más para mí que
un pedregal mortal, doloroso al final... y justo eso
era lo que quería evitar; me atrevería a decir que
ella tampoco me quería más, y aún no me quiere…
tal vez lo haga después, más… no tengo disposición de esperar.
Yo no pedí que viniera a mí, sin embargo, así fue,
y por un tiempo que recuerdo vagamente, me hizo
feliz. Pero ayer fue tan distinto, se dedicó a
insistirme en la posibilidad de algo mejor;
¿algo mejor a ella? No lo creí nunca, como digo,
hasta ayer. Era un momento perfecto, ella y yo
en soledad, y yo con radicales intenciones de apartarla de mi lado…
Todo estaba preparado, nada fallaría, pero no calculé
la posibilidad de otro ser que después se presentará
pues, para evitarlo. Hoy me desperté, aquí, en esta
cama, toda azul, con un miasma que ya conocía,
puesto que yo ya habría estado en este sitio antes.
Dicen que fue un milagro, que casi no lo logro,
pero lo logré, amanecí con Vida…
Lo que no han entendido aún, es que mi triunfo
hubiese sido… Acabar con ella.