El bullying o violencia escolar es un término que proviene de la palabra inglesa “bull” que significa toro, o sea que significa torear, desafiar, provocar.
Se trata del hostigamiento sistemático mediante insultos, amenazas y golpes, que suele hacer un alumno o un grupo de alumnos de una escuela a otro, que es una víctima que por lo general no se defiende.
Esta actitud de intimidación solapada, es practicada generalmente lejos de la mirada de los adultos y logra el objetivo de someter y abusar de esa persona en forma impune.
Este no es un fenómeno nuevo ya que existe desde hace mucho tiempo, pero ahora se produce con más frecuencia y con consecuencias más graves que antes, favorecido por el aumento de los niveles de violencia en las grandes ciudades y por un mayor descuido familiar debido a la ausencia de los padres en el hogar y al mayor porcentaje de familias disfuncionales que existen.
En una provincia del sur de nuestro país hemos tenido un caso hace unos años, en el que un joven provisto de un arma de fuego mató a varios de sus compañeros de clase porque lo molestaban con sus continuas burlas y agresiones.
Recientemente un adolescente de la localidad de Temperley de solamente doce años se disparó una bala en la sien en su domicilio, supuestamente debido al hostigamiento del que era objeto.
Efectivamente, su abuelo adjudicó la responsabilidad de este hecho al colegio debido al acoso escolar que su nieto estaba sufriendo.
Este joven había pedido permiso a la directora para no asistir a las clases de gimnasia porque sus compañeros lo hacían objeto de atropellos, burlas y golpes, pero ésta se lo había negado no dándole ninguna importancia al asunto.
Aunque el acoso escolar es un tema que mortifica a muchos y hace miserable su vida en la escuela, es difícil que sea el único motivo para cometer un suicidio, salvo que se trate de alguien que además tenga otros problemas graves en su casa o que padezca de un trastorno psicológico serio.
Sin embargo, este hecho ha puesto en evidencia que si están dadas las condiciones necesarias, el acoso escolar puede desencadenar un suicidio y también generar un monto de violencia difícil de controlar en personas de carácter inestable que los puede llevar a cometer homicidios múltiples, como ha ocurrido repetidas veces en otras partes del mundo y lamentablemente también en nuestro país.
Hasta ahora, en general, los maestros o profesores no suelen darle importancia a los enfrentamientos que tienen los alumnos en los colegios secundarios y en las escuelas primarias; pero un hecho de esta naturaleza obliga a reconsiderar esta postura y a ser más cuidadosos en estos casos.
Existe un vacío legal sobre este tema que hace que el acoso escolar no sea considerado un delito, a pesar de las consecuencias extremas que puede ocasionar.
Estos hechos de violencia exigen crear el marco legal que garantice el derecho que tiene todo ser humano a la educación, sin sufrir discriminación, agresión o agravio alguno, que le impida asistir a clases con libertad y buena disposición, y le reste la oportunidad de desarrollo y crecimiento.
Estos chicos que son hostigados en la escuela por un grupo de vándalos, generalmente no los denuncian por temor, pero comienzan a manifestar su descontento negándose a asistir a clases.
Llegan a sufrir malestares físicos, insomnio, dolores de cabeza y trastornos abdominales; y suelen estar deprimidos y nerviosos y hasta cambian de carácter.
Pueden aparecer lesionados sin explicación, perder sus pertenencias y bajar su rendimiento académico.
Urge el tratamiento serio de este grave problema a nivel interdisciplinario dándole la importancia que merece para comenzar a tomar las medidas necesarias que eviten posibles repeticiones de este triste episodio que hoy enluta a una familia e involucra a una escuela en una tragedia.
Fuente: “La Nación”; “Violencia en las aulas”; “Bullying, un drama que crece en silencio”; Sebastián Lalaurette,; 04/2012.
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