”Un hombre murió; al darse cuenta vio que se acercaba Dios y que llevaba una maleta consigo. Y Dios le dijo: Bien hijo es hora de irnos… El hombre asombrado le preguntó a Dios: ¿Ya? ¿Tan pronto? tenía muchos planes. Lo siento hijo pero es el momento de tu partida. ¿Qué traes en la maleta? preguntó el hombre; y Dios le respondió: ¡Tus pertenencias! ¿Mis pertenencias? ¿Acaso traes mis cosas, mi ropa, mi dinero? Dios le respondió: no, eso nunca te perteneció, eran de la tierra. ¿Traes mis recuerdos? preguntó el hombre. Esos nunca te pertenecieron, eran del tiempo ¿Traes mis talentos? Esos no te pertenecieron, eran de las circunstancias. ¿Traes a mis amigos, a mis familiares? Lo siento hijo, ellos nunca te pertenecieron, eran del camino. ¿Traes a mi mujer y a mis hijos? Ellos nunca te pertenecieron, eran de tu corazón. ¿Traes mi cuerpo? Nunca te perteneció, ese era de polvo. Entonces, ¿Traes mi alma? ¡No hijo! Esa es Mía. Entonces el hombre lleno de miedo, le arrebató a Dios la maleta y al abrirla se dio cuenta que estaba vacía. Con una lágrima de desamparo brotando de sus ojos, el hombre le dijo a Dios ¿”Nunca tuve nada”? Así es hijo mío. Cada uno de los momentos que viviste fueron solo tuyos. La vida es solo un momento. Que nada de lo que crees que te pertenece te detenga. Las cosas materiales y todo lo demás por lo que luchaste; Se quedan aquí. ¡NO TE LLEVAS NADA!
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