Alabado sea Jesucristo…
En la Celebración de la Fiesta de la Eucaristía, Cuerpo y Sangre de Cristo (Corpus Christi), parece oportuno poner en el inicio de esta edición un fuerte llamado del Padre José Antonio Pagola vinculado con la Eucaristía y con nuestra actitud. Para leer y meditar:
Todos los cristianos lo sabemos. La eucaristía dominical se puede convertir fácilmente en un "refugio religioso" que nos protege de la vida conflictiva en la que nos movemos a lo largo de la semana. Es tentador ir a misa para compartir una experiencia religiosa que nos permite descansar de los problemas, tensiones y malas noticias que nos presionan por todas partes.
A veces somos sensibles a lo que afecta a la dignidad de la celebración… Nos molesta que un sacerdote no se atenga estrictamente a la normativa ritual, pero podemos seguir celebrando rutinariamente la misa, sin escuchar las llamadas que el Evangelio nos hace. El riesgo siempre es el mismo: Comulgar con Cristo en lo íntimo del corazón, sin preocuparnos de comulgar con los hermanos que sufren. Compartir el pan de la Eucaristía, ignorando el hambre de millones de hermanos nuestros que se ven privados de pan, de justicia y de futuro.
La Celebración de la Eucaristía en medio de esta sociedad en crisis puede ser un buen lugar para tomar conciencia de lo que sucede. Pero necesitamos liberarnos de una cultura individualista que nos ha acostumbrado a vivir pensando sólo en nuestros propios intereses, para aprender sencillamente a ser más humanos. Toda la Eucaristía está orientada a crear fraternidad.
No es normal escuchar todos los domingos a lo largo del año el Evangelio de Jesús, sin reaccionar ante sus llamadas. No podemos pedir al Padre "el pan nuestro de cada día" sin pensar en aquellos que tienen dificultades para obtenerlo. No podemos comulgar con Jesús sin hacernos más generosos y solidarios. No podemos darnos la paz unos a otros sin estar dispuestos a tender una mano a quienes están más solos e indefensos ante la crisis.